Bicicletear a -6°C

La bicicleta

Hace mucho que bicicleteo —si es que ese verbo existe—, bicicletié en Santiago para ir a la universidad y al trabajo, bicicletié en las mañanas y en las madrugadas, bicicletié por deporte y por transporte; pero hasta ahora, nunca me había tocado bicicletear a -6°C.

Hace como 1 semana y media hubo una nevazón acá en Groningen, algo que parece ocurrir de vez en cuando en los inviernos. No me sorprendió ver que la gente salía a trabajar normalmente, ni tampoco verlos andar en sus bicicletas a través de la nevazón; los neerlandeses son famosos por usar la bicicleta como medio de transporte diario. Lo que sí me sorprendió fue que después de la nevazón, y cuando aún no se derretía la nieve en los pastos, la gente siguiera usando la bicicleta cuando afuera habían -6°C; el refrigerador está menos helado que eso.

Como nadie suspendió ninguna reunión por el frío ni la nieve, había que ir a trabajar normalmente, y yo que quería vivir la experiencia neerlandesa completa, me fui a trabajar en bici también. Al final no fue tan distinto a salir en bici durante las mañanas invernales de Santiago; en las primeras cuadras se te congela el alma, después el mismo ejercicio tempera el cuerpo, y al final uno llega cómodo al destino porque no se transpira tanto como en verano. Raya para la suma: prefiero el bicicleteo de invierno al bicicleteo sudado del verano.

Los pájaros

En todo caso, quienes se llevan la peor parte no son los ciclistas, los que de verdad sienten el frío en sus cuerpos (o quizá en sus patas) son los pájaros groningueses. A esos pobres se les congela el canal, la laguna, o el charco que llaman casa. Si no me cree, aquí una foto de los pájaros patinando en una laguna de Noorderplantsoen.

P.D.: El pato esquiando en la imagen inicial es creación de Ignacia.