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Entre Santiago y Groningen

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Ladrillos, canales y ataúdes antiguos

la ciudad tiene al menos 2 molinos de viento, que irónicamente nunca molieron un carajo, pues se usaban para bombear agua

Leiden

Hace más de un mes, para el feriado de semana santa, aprovechamos los días libres para recorrer un poco Países Bajos; planificamos una visita a los jardines de tulipanes, y como parada intermedia, alojamos 1 noche en Leiden. Leiden queda en la zona llamada Randstad, que es una conurbación en el noroeste del país, donde está el centro político y económico; allí está Ámsterdam, Rotterdam, La Haya y Leiden.

No es que yo sea un conocedor de la arquitectura, pero a mí me parece que Leiden es una típica ciudad neerlandesa. Su casco histórico está lleno de edificios angostos con 3 ó 4 pisos, hechos de ladrillos oscuros y adornos blanquecinos en las fachadas;

Un edificio del 1630

un canal que serpentea a través de las calles angostas pavimentadas con ladrillos;

Ladrillos por todas partes

las costaneras frente a los canales están bordadas de bicicletas estacionadas, casi cayéndose al canal;

Bicicletas a punto de darse un chapuzón

y aunque ahora son meras atracciones turísticas, la ciudad tiene al menos 2 molinos de viento, que irónicamente nunca molieron un carajo, pues se usaban para bombear agua.

Bomba de agua gigante

Qué hacen aquí, esas… ¿momias?

Hasta aquí podría haber quedado la visita, pero no nos íbamos a ir de la ciudad sin ver el Museo Nacional de Antigüedades, no tendrán un moai robado entre gallos y medianoche, pero sí tienen una colección antiquísima sobre Egipto.

El museo te recibe con esta confianzuda petición.

El letrero reza, en neerlandés e inglés: “Todos los objetos tienen miles de años de antigüedad, por favor no los toque”

Así que, con el cuidado de quienes aún deben renovar su permiso de residencia, nos dispusimos a admirar de lejos las piezas arqueológicas. Todo parecía bastante estándar, hasta que nos asomamos a un verdadero patio de los callados, un salón lleno de sarcófagos expuestos, y sus respectivas momias.

Y hay más, al final del recorrido, el museo tenía literalmente una suerte de capilla o mausoleo egipcio, que trasplantaron desde las arenas del Sahara a las calles enladrilladas de Leiden.

Ejercicio de empatía con la momia encerrada en el mausoleo

Ya cerca de la hora de cierre, enfilamos de vuelta al alojamiento. Leiden nos dio esta última postal para despedir el día.

Precaución: la imagen tiene colores más vivos que en la vida real, la realidad es más gris

Renzo
Renzo

Chileno de paso por Groningen

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